Las lágrimas salen de mis dedos al fin, logré entender que mis ojos son para observar i mis dedos para escribir lo que lloran.
He sido incapaz de sentir o tal vez he sentido tanto que los músculos de mis dedos, de mi cuerpo, eran una contracción inerte. Y tal vez ahora me encuentre tan solo en un momento de lucidez que nada más perviva mientras la hoguera sigue prendida i el calor dilate el sentido de mi ser.
No hay mayor temblor que el frío atravesado en los pies, que rompen el calzado por no saber donde pisan, que andan a tientas dejando que transcurran los pasos por un sendero que no tiene fin, o que tiene un fin pendiente de ser erigido però que puede acabar en un vacío inmenso si no empieza a brotar el mundo que hay encerrado en mi.
Devengo sin ser, no soy si no encuentro, pero soy incapaz de encontrar si no conozco el fin de mi búsqueda. I el círculo se cierra y empieza otra vez, cuando desearía estar en el centro de una espiral que navega hacia el exterior hasta encontrar la línea que lleva al universo.