Has trampeado los mecanismos de evasión y entrado, sin quererlo, en el recinto prohibido. Juegas con fuego y no te das cuenta de las provocaciones que los gestos de tu ser representan en el cercado de su mente.
Ella está al límite de la cordura de un balcón a medio construir, el que debía ser el balcón de la fantasiosa libertad. .. y ahora, cuando aun no tiene barandillas, la invitas a arrojarse sin siquiera saberlo. Tu mirada, tu silencio, tu piel aparentemente fría son las armas del crimen… ella está al límite y no sabe aun cogerse. No le instes a arrojarse más, no le instes… y si aun así se arroja, hazla alzar el vuelo en la caída, y volad.
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