Y ya vuelve a estar ahí ese extraño vacío que deja la última letra de una novela. Es cierto, y muchos dicen, que los libros hacen viajar y soñar, pero la realidad es más amarga: leer es enfrentarte a constantes pérdidas. Leer es aprender a querer y, de algún modo, a prescindir. Prescindir de aquellos que te han acompañado durante páginas de tu vida, de aquellos que, precisamente, te han hecho viajar, soñar, huir.
Leer es aprender a afrontar las pérdidas.