Nos tumbamos en el verde, nos revolcamos provocando risas, mezclamos el césped de nuestra piel con el vello de la tierra y esperamos a la dama noche entre arrumacos…. Y maullamos a la espera que la dama oscura abstraiga de nuestras vidas la rutina, el retorno y la cordura. Pues nos sumergimos en la locura del instinto, de la selva, de los pequeños insectos que también nos muerden la piel, como nuestras propias bocas eufóricas y sudadas de amor. Amor o tal vez no. Locura de llamar amor a unos instantes vacíos de rutina y llenos de nosotras. De tu y de yo. De una mezcla ácida y corrosiva, dañina cuanto menos, extasiante y embriagante cuanto más. Cuanto más mejor.
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