No es más que un reflejo,
una visión sarcástica:
yo, tu, mi, nosotros.
Pensamientos que se funden
y confunden la no verdad con la no mentira
que en ambos casos es inexistente,
si inexistente es algo o si algo existe.
Conjuntos de materiales o emociones
en ambos casos lo mismo
que cicatrizan en un mosaico seguramente abominable
de lo que somos,
de lo que seremos,
de lo que fuimos o tal vez no.
Y por encima de todo una negación absoluta
de ese monstruo al que nos hemos visto llevados
sin saber por qué poder poseídos.
Tal vez sea porque es difícil
comprobar en una misma la endeblidad
Tal vez sea porque es difícil
saberse movida en base a la supervivencia.
Vemos cada día el disfraz.
La monumentalidad de las calles
de los edificios, el consumo, la droga;
Nos alejan y nos vuelven, irónicamente,
al punto cero de la humanidad subyacente
en el órgano más vivo
de este utensilio al que llamamos cuerpo.
Y escribir y reescribir cosas que ya están dichas
para sólo darle ese matiz,
el matiz que las hace tuyas
y que nadie comparte jamás del mismo modo:
porque no hay nadie más en la propia supervivencia,
porque a veces todos somos enemigos.
